Están hechos de diminutas partículas de
hielo y roca, algunas llegan a ser tan grandes como una montaña, y otras
tan pequeñas como el humo de cigarro.
Estos anillos se extienden hasta 80 000
km, pero sus partes más gruesas no superan un kilómetro. Gracias a
Cassini descubrimos que una atmósfera de oxígeno rodea a los anillos;
mientras que su forma y comportamiento están a merced de pequeños
satélites que viven inmersos en ellos.
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