Esta fórmula, que da fin a las bromas típicas , del 28 de diciembre, es condensación de otra más larga: "Que los Santos Inocentes vengan en tu ayuda". 0 sea, que ellos te guarden de los peligros de la candidez. El Día de los Inocentes, que evoca la masacre de criaturas ordenadas por Herodes, rey de Judea, coincidió en los primeros tiempos con el Día de Reyes. En Roma llegó a ser Jornada de duelo y ayuno, y en la Inglaterra medieval se acostumbraba ese día a despertar con azotes a los niños para recordarles así la degollación de los Inocentes. La fecha cambió más adelante de sentido y el espíritu de penitencia cedió paso al de alegria por la santificación de los pequeños. En algunos conventos europeos, por ejemplo, el novicio más joven era designado abad durante las tres semanas previas. Pronto la celebración pasó al mundo laico y con ella nació la práctica de bromas alusivas: de los falsos titulares con que aparecen algunos diarios a los chascos de cualquier tipo, todo engaño es de esperar ese día.
Hasta que las cinco palabras consabidas –“¡que la inocencia te valga!”- desbaratan el juego.
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